En la última entrada me había quedado en el Spike Visitor Center. Ahora comenzaba un viaje de unas 6 millas por una carretera de grava. Un cartel nos informa de que hemos de mantenernos en la carretera porque a ambos lados de la misma es propiedad privada y que, por lo tanto, no se puede invadir, disparar en ella o cazar (¡!).
Termina la carretera de grava y comienza un camino que está embarrado por la lluvia pero que aún podría hacerse con un coche normal. A medida que avanzamos el camino se va haciendo más y más intransitable. Piedras de basalto, charcos y desniveles están por todo el camino. Vemos un Ford Focus con dos personas a un lado del camino; nosotros continuamos, menos mal que habíamos alquilado un 4X4. Aún así, llevo todos los músculos en tensión.
Llega un punto en el que el camino parece imposible y la lluvia cae cada vez de un modo más intenso. Ahora somos nosotros los que nos paramos a un lado. Vemos el lago a nuestro lado y un camino de estacas y piedras que, parece ser, han sido dejadas por una compañía encargada de unas prospecciones hechas en los 80. Me pongo el chubasquero y decido salir al encuentro de la espiral. Detrás de un recodo empieza a aparecer.
Llueve muy intensamente, pero me invade tal alegría que, empiezo a correr, está ahí, delante de mis ojos. Vuelvo al coche y le pido a David que compruebe él si cree que el coche podría llegar. Tras unos minutos, regresa y me dice que cree que podemos intentarlo. Me bajo del coche, mientras la lluvia sigue cayendo para indicarle como sortear una roca de grandes dimensiones que se encuentra en medio del camino.
Mi estómago está hecho un nudo, mezcla de la emoción y el agobio que me provoca que nos quedemos atrapados en un lugar tan apartado y sin tan siquiera cobertura en el móvil.
Pasan unos minutos y la espiral se muestra completa ante nuestros ojos, sigue lloviendo pero yo estoy resuelta a recorrerla; no en vano hemos volado hasta aqui. Me sorprenden sus dimensiones; la hacía mayor; David opina lo mismo.
El basalto, que tan blanco aparece, por la sal, en la mayoría de las fotos; es ahora de un color negro intenso producto del lavado de la lluvia. Sigue lloviendo aunque ya no de forma tan fuerte.
Salimos del coche y tomamos las primeras fotos.
HASTA AHORA MISMO AMIG@S!
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