Llega el momento de volver a nuestro punto de partida, y si el viaje de ida había estado muy bien, el de vuelta iba a ser alucinante. El piloto se acercaba a los cañones, hacía giros, en fin, impresionante.
Tengo pocas fotos del momento porque los últimos minutos me dediqué a filmar un video con la cámara de fotos; la calidad de imagen es muy mala y el ruido de las hélices es un rollo. Resulta, además, que yo como operadora de cámara no tengo precio porque me dedico a mover la imagen todo el tiempo. Pero al menos quería que lo pudierais ver. Parece, que una vez más no ha sido posible asi que, por otro lado, eso que os ahorráis.
Yo estaba emocionada. fue una experiencia inolvidable. En el aeropuerto sólo nos queda recoger nuestros certificados que acreditan que hemos estado en el Gran Cañón (cómo iban a faltar estos detallitos tan americanos) y tomar la avioneta de vuelta a Las Vegas.
Esto último ya fue otra canción. Odio decir que Karen (la piloto) tenía razón. El vuelo fue bastante desagradable; continuos vaivenes, bajadas bruscas, ...
Tenía el estómago que ni siquiera tenía espacio para el miedo. Me encontraba tan mal que, aunque intentaba disfrutar de las vistas no era posible. Menos mal que todo el resto del día había sido genial y que esto era sólo un punto final.
Todo salió bien y aterrizamos sin problemas. Estaba muy contenta de haber madrugado y haber sido capaz de tener todas estas experiencias antes de que empezaran las turbulencias. Incluso con la vuelta tan revuelta, fue un día que repetiría sin dudarlo.
Sólo eché en falta un poco más de tiempo para poder disfrutar de todos estos lugares.
HASTA PRONTO AMIG@S!
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